El grupo gallego San José ha adquirido más de 300.000 hectáreas
en Paraguay. A pesar de su delicada situación financiera, esta multinacional
constructora se ha sumado a la nueva forma de explotación de personas y recursos
naturales.
Más de 60 millones de hectáreas han sido adquiridas en los últimos
años por multinacionales y fondos de inversión, fundamentalmente en países
empobrecidos. Alentados por el aumento en los precios de materias primas y alimentos,
los grandes capitales se están haciendo con inmensas extensiones de tierras a
precios de miseria. En Argentina bajan hasta los 10 dólares por hectárea, es decir,
0,001 dólares el m2.
El negocio está servido, y la miseria para los habitantes
de esos países, asegurada por un tipo de explotación especializada, intensiva
en capital, y que se garantiza sueldos también de miseria para los habitantes
de esos lugares, que no podrán cultivar ni encontrar otro trabajo en estas
zonas.
Los cultivos serán decididos por la demanda mundial de materias primas, no
por las necesidades de la población de esos países. Plantaciones enormes de
soja para biocombustibles, vides para la producción de vino, o lo que imponga la Bolsa de futuros de Chicago.
En el mercado mundializado no hay distancias, como nos muestra el ejemplo del
carbón español, y la explotación de los empobrecidos en las tierras
arrebatadas, tendrá asimismo efectos en los productores de nuestro país, donde
la tierra es más cara y los salarios, por el momento, más elevados.
En nuestro
país, pocos se preocupan de este robo consentido por los gobiernos débiles y
corrompidos, y es probable que no se abra el debate político hasta que nuestros
agricultores no tengan a quien vender. Una vez más, como en el carbón o los
astilleros, la falta de solidaridad con los trabajadores empobrecidos nos
devolverá pobreza y paro. Sólo el trabajo genera riqueza, y sólo los
trabajadores pueden detener el robo de hoy y el paro de mañana.